En la historia de la ciudad de León, ninguna actividad ha
sido tan trascendental como la de la curtiduría y el calzado. Se pueden rastrear
los orígenes de la curtiduría local desde el siglo XVII, pocos años después de
la fundación legal de la «Villa de León», y fue desde sus inicios hasta el
siglo XIX una actividad más bien, de autoconsumo, ya que era hecha en su
totalidad a mano y no rebasaba el nivel de «artesanía».
Antes de que el siglo XIX terminara, industriales franceses
dieron un gran impulso a la industria curtidora en León mediante nuevos métodos
para curtir cuero para suelas, este nuevo método era conocido como “curtición al
cromo” y la calidad del producto final era muy superior a la que se obtenía
anteriormente. Gracias a este método se establecieron las primeras plantas
curtidoras (tenerías) en Puebla, Jalisco y Guanajuato de la misma magnitud que
las de la capital del país.
En 1900, con una población cercana a 63 mil habitantes en la
ciudad de León, funcionaban unas 30 curtidurías, todas ellas trabajando
artesanalmente, como empresas familiares y con poca producción. El factor
determinante en el establecimiento de León como ciudad industrial, e incluso
más importante que la llegada del tren, fue la introducción de la energía
eléctrica con fines de aplicación industrial y comercial. El primer negocio que
comenzó a trabajar con energía eléctrica en la ciudad fue la tenería «La Hormiga»,
hoy tenería «El Siglo», (figura 1) en 1902.
Después de esta tenería pionera, se fue implementando la
energía eléctrica en otros comercios. Muchas de las tenerías, sin embargo,
fueron alojadas en edificaciones con un uso diferente, ya fuera en el interior
de casas habitación, en locales de artesanos y hasta en construcciones anexas
en patios y caballerizas de la casa del dueño de la industria.
“La Hormiga” fue la
primera que usó arsenio para depilar las pieles, y aunque aún tenían procesos
“artesanales” como el secado de pieles al sol (figura 2), esta fue la primera
curtiduría que, gracias a la implementación de la energía eléctrica, se empleó
maquinaria. Estos “modernos” artefactos eran:
· Máquina de
dividir
· Máquina de
raspar
· Máquina de
lustrar
· Esmeril
· Cuatro
tambores de banda
· Molino para
triturar banda de escalote
Para cada artefacto se necesitaba un lugar específico,
espaciado y que tuviera desagües y conexión eléctrica. Los tambores fueron
instalados por norteamericanos (Pablo y Octaviano, sin registro de su apellido),
quienes también les daban mantenimiento. Los norteamericanos debieron contratar
a un ayudante, obrero de Barrio Arriba llamado León Medel, quién pronto
adquirió los conocimientos y se dedicó por su cuenta a reparar y mantener
cualquier maquinaría de curtiduría.
“La Hormiga” (hoy “El Siglo”) fue por mucho tiempo quien
marcaba todos los adelantos en la empresa curtidora de León, dando nuevas
dimensiones en su proceso y técnicas para después, ser adoptadas por las otras
tenerías. Además, esta tenería logró la más elevada cifra de ocupación de obreros, aun a pesar de
contar con la maquinaria más moderna, lo que en muchas otras fábricas se
traducía en menor mano de obra.
Con el tiempo, la tenería llegó a contar con técnicos y
personal de mantenimiento de planta. El primer técnico fue el señor Monteón
Bazzuri y el último Don Daniel Sánchez
La década posterior ocasionó un receso en el avance de la
industria, esto debido a que en 1910 inicia la Revolución, durante la cual, León
se vio directamente afectada,
principalmente
porque el primero
de agosto de
1914, incursionaron en la ciudad
Pascual Orozco y José Pérez Castro
incendiando y saqueando tanto tenerías como talleres, dejando un gran número de
muertos. La economía se vio gravemente afectada y hubo hambre y enfermedades.
La recuperación se dio entre 1918 y 1923, cuando los productos fabricados
empezaron a ser colocados en las ciudades del norte del país; esto gracias a
que fue en esta época cuando se establecen las bases científicas, combinadas con
la tecnología adecuada para alcanzar la calidad y volumen de producción
necesaria para satisfacer a las industrias derivadas de la curtiduría,
principalmente la del calzado.
Ya desde los años veinte el Barrio Arriba se había
convertido en el lugar más poblado por tenerías. En este Barrio encontraron
refugio los curtidores que consolidaron las empresas que levantaron a León en
los años más difíciles de su historia ya que la crisis mundial de 1929 hizo que
una vez más la economía sufriera otra recesión que duró hasta los años treinta.
La
Segunda Guerra Mundial propició un nuevo impulso a la industria curtidora, los
sistemas de producción se destinaron a la línea bélica, con lo cual estas
industrias lograron una autonomía gracias a la consecución de un amplio mercado
para colocar sus productos.
En 1942 se fundó la Cámara de la Industria Curtidora, ya que
esta actividad era por mucho, en la que más leoneses laboraban (figura 3),
dando así, solución a múltiples problemas que se presentaron en su momento:
importación de materias primas, contaminación, escases de agua, etc. Además,
gracias a esta, se introdujeron novedades en cuanto a tecnología y avances en
los procesos de curtido. A través de ella, el gremio curtidor colaboraba con
donativos para la construcción y restauración de templos, hospitales y escuelas
del Barrio.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, como es lógico, baja
también la demanda de pieles para calzado y muchos talleres quiebran. La
curtiduría tiene que buscar nuevamente los medios para seguir adelante, así
pues, se inicia su recuperación, llegando a quedar nuevamente bien establecidos
a finales de la década de los cuarenta y fortaleciéndose cada vez más, fenómeno
que facilitó que en la década entre 1960 y 1970 se diera una apertura
tecnológica que dio un fuerte impulso a la industria curtidora mexicana pero
creo una fuerte dependencia del extranjero.
La tenería “La Hormiga” cambió de nombre al cumplir 100 años
de continuo funcionamiento, solo interrumpido, como ya se mencionó
anteriormente, en un breve lapso durante la Revolución. El nuevo nombre, que es
por el que actualmente podemos ubicarla es “El Siglo”, y hasta hoy, sigue en
función (figura 4, página anterior) tratando aún las pieles por el método de
cromo.
Actualmente, la industria de la curtiduría y el calzado es
la más importante de la ciudad de León, Gto., estas generan el 86% del PIB.
Además de las ventajas económicas, estas pequeñas picas, tenerías, fábricas,
han ayudado a establecer la identidad de los pobladores leoneses, que son
reconocidos en todo el país y se reconocen a sí mismos en los productos que
crean, en lo olores y colores de las pieles, en los procesos, en la actividad y
convivencia generada en este gremio.